Fernando de la Fuente Arias (1954-2013) empezó a jugar a los 13 años. Entre los años 1971-1973 estaba en los primeros puestos de los campeonatos nacionales juveniles. De hecho fue nombrado el mejor juvenil español en la temporada 72-73.

Xosé Larrosa describe así su estilo:
«O seu estilo de xogo era o de un loitador. Non importaba a cor, brancas ou negras, Fernando xogaba sempre para gañar. O que sentaba enfrente así o sentía».
«O seu xogo era moi lóxico, harmonioso e cunha grande forza posicional«.
Aquí Xosé analiza una partida que jugó con Fernando en 1979.


Partida que Fernando jugó en simultáneas con Kasparov
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Conocí a Fernando cuando él ya iba a cumplir los 40 años. Yo llevaba poco tiempo en el mundo del ajedrez y nos tocó jugar en el entonces prestigioso Torneo de Navidad de Artesanos. El ritmo de juego era de una hora por jugador o algo menos, quizá 45 minutos, y después de una partida en la que tuve ventaja, Fernando consiguió pasar a un final de torres de tablas, pero con su bandera a punto de caer…y en esos años no había incremento. Por la emoción del momento y lo atípico de la situación, el consagrado jugador en apuros con un joven desconocido, se formó un gran corro alrededor de la partida. En ese momento, yo al ver que realmente no le podía ganar si él seguía jugando tan correctamente, le ofrecí tablas. Se oyó un gran murmullo alrededor, él me miró con cara de sorpresa (daba por hecho de que yo le iba a ganar por tiempo) y me estrechó la mano con firmeza mirándome fijamente a los ojos.
A partir de ahí nació una estrecha amistad, que empezó con su ofrecimiento de jugar un match amistoso para entrenarme…y acabó con mis visitas a la residencia donde pasó sus últimos días, a donde yo iba diariamente con mi ordenador para ver juntos la sensacional actuación de Julio Granda en la Copa del Mundo de ajedrez de 2013, jugador al que Fernando tenía una gran admiración.
Fernando era sobre todo una gran persona. Sí, esto se suele decir de todo el mundo que ha fallecido, pero en el caso de Fernando el 100% de las personas que lo conocieron, lo corroboran. Ibas con él por la calle y sentías el aprecio que le tenía todo el mundo, desde antiguos alumnos a ex-parejas. Fernando no es que nunca hablara mal de nadie, es que realmente no pensaba mal de nadie. Era de las personas más inteligentes que he conocido, con una capacidad de análisis sobresaliente, y se enfocaba siempre de forma natural a pensar bien sobre lo que hacían los demás y tratar siempre de ayudarlos.
Recuerdo que estábamos caminando por el centro de Coruña, y Fernando frunció el ceño diciéndome: «ese que nos acabamos de cruzar es la única persona a la que le he negado el saludo». Esto no lo dijo con odio, ni con rencor, sino que era el resultado de algo racional: no le saludaba porque se había portado muy mal con él . Pero como esta situación de no saludar ya no es que fuera atípico en él, ¡es que era algo inimaginable en él!, no puede evitar preguntarle el motivo. Lo que le había hecho era algo tan grave, que la mayoría de la gente no es que ya no le saludaría, es que además de denunciarlo, le insultaría por la calle.
En la residencia en la que pasó sus últimos años, primero un ictus, después un cáncer, se sorprendían de la cantidad de amigos que continuaban visitándole. Yo le explicaba a la directora que Fernando, siempre se había portado bien con todo el mundo, y la gente sentía la necesidad de devolverle ese cariño.
Volviendo al Fernando que conocí, además de ser muy buena persona, muy paciente e indulgente con los que le rodeaban, tenía una gran cultura en casi cualquier ámbito: literatura, cine, ciencia…y su capacidad de análisis y didáctica era tan sobresaliente, que era imposible escucharlo sin que despertara una gran admiración.
Siempre estaba metido en proyectos tan interesantes como absorbentes: fue productor de uno de los largometrajes pioneros del cine en Galicia «A metade da vida» (1994), en la que actuaron de extras un buen número de ajedrecistas coruñeses, hizo un estudio completo de los principales árboles de Coruña o se dedicó a ser entrenador de futbol infantil.
Pasan los días, pasan los años, y seguimos echándote mucho de menos Fernando.
PD:
2 años después de la muerte de Fernando, jugando en Valladolid un Memorial por un niño fallecido también por cáncer, fue la única vez que me tocó jugar con Julio Granda en competición. Mientras esperaba a que el árbitro pulsara el reloj, me acordé de esos últimos días con Fernando, aquel duro agosto de 2013 en la residencia de Coruña, disfrutando juntos el match que le ganó Granda a Giri. También me acordé de cómo nos conocimos Fernando y yo, por lo que apreté la mano de Granda, le miré fijamente como había hecho Fernando conmigo y decidí que fuera cual fuera el resultado, le iba a dedicar esa partida.
